Casa Doliente es un proyecto artístico multidisciplinario que nace a raíz de la inquietud de escudriñar la interrelación con los espacios, integrando conceptos vinculados con el paraconceptualismo y el horror abstracto. La propuesta utiliza un registro visual de lo paranormal, lo doméstico y lo orgánico. 

Intencionadamente se buscan las “narrativas menores”, es decir, aquellas que han sido desestimadas por el saber oficial como válidas y creadoras de conocimiento: lo paranormal, la leyenda, las magias oscuras, la religiosidad, lo doméstico, lo infantil. La creación de muñecos y dioramas, de historias de terror y de entornos domésticos en las obras de la exposición responden a esta perspectiva.

La metáfora estructural del proyecto es la “casa doliente”, el espacio que reacciona a las energías de sus habitantes, mutando y encarnando sus relaciones violentas. Ésta se presenta a través de un cortometraje y la instalación en sala del set de grabación. La ficción del cortometraje nos narra la exploración de una casa abandonada que alguna vez fue habitada donde sucedieron hechos trágicos. La casa enferma y encarna la energía de todo ese ecosistema, siendo un organismo más que sufre.

Además, el concepto de “espacio cosechado” nos ayuda a visualizar nuestro papel activo en la conformación de espacios vivos, dolientes o gozosos. La creación de este espacio se representa en el cortometraje “Sótano de cristal” y la instalación en sala del set de grabación. En este video performance se hace una inoculación de hongos dentro de una caja de cristal para representar la huella que dejamos y crece en donde habitamos. En la sala se coloca una representación de la caja emulada con acrílico.

Elementos importantes utilizados en la exposición extraídos del registro paranormal son las teleplastias, los muñecos, la humedades, las encarnaciones y las cargas auráticas. Con este abanico de recursos se busca hacer consciente la carga extra humana que representan los espacios, lejos de la neutralidad, nos afectan y definen, y viceversa, la materia de la construcción se vuelve carne, revela secretos, nos intenta decir algo y nos habilita determinados estados de sentir. Por su parte, el espacio recoge los flujos de quienes habitan, muestra en sus paredes el paso de los cuerpos, de los elementos y las acciones, todo deja huella.